
Sigo intentando pagar la deuda que tengo con Málaga, mi ciudad. En este cuadro, la Plaza de la Constitución, donde confluye la calle Larios, centro neurágico de aquella.
Esta plaza tiene mucha vida, es un contínuo fluir de personas y tiene una alegría y vitalidad para disfrutar. Eso hace ese espectador que contempla la vida de la plaza desde el rincón inferior izquierdo del cuadro. Un jubilado de los muchos que pululan por allí.